Engañado

Cheated
Leonie Walton
Leonie Walton

No es necesario verle la cara. Esas manos. Fuerte con articulaciones inflamadas, lo que revela toda una vida de trabajo de parto. Manos que una vez sostuvieron las mías, formando un cálido capullo. Pero hoy me sentí entumecido. Engañado.

Durante el año pasado, su ausencia y la lista de excusas se habían hecho más largas.

"Hoy el oleaje ha subido."

"El viento es bueno para navegar".

"Tengo que hacer cosas en el cobertizo". Es decir, nos vemos a la hora de cenar.

Mis respuestas se habían reducido a un asentimiento, sintiéndome insignificante.

Las dudas infestaron mi mente. Como si la sarna se estuviera extendiendo, hundiendo sus huevos profundamente en mi psique, generando sospechas cada vez que salía de casa.

Improductivo en mi estudio, obstaculizado por las emociones y anclado en la mente, no me daba cuenta de que el sol completaba su arco. Hasta que su sombra llenó la entrada.

Él sonrió, señalando el papel roto a mi lado.

"Entonces, veo que tu pintura salió bien hoy".

Incluso en una habitación llena de gente, se podía oír su encantador ingenio desbordándose a través del espacio entre sus dientes. Quiero decir… todos lo amaban. Pero en su interior se agitaban preguntas sin respuesta.

A medida que el césped crecía, hacía menos cosas en la casa y su teléfono se convirtió en un accesorio permanente. Siempre enviando mensajes de texto. Consumida por los celos, mi incertidumbre se convirtió en un dolor mayor que el miedo a saber.

Cuando finalmente me enfrenté a su engaño, me quebré. Toda mi sarna se desprendió, como fragmentos de la cáscara de un huevo, dejando que mi centro vulnerable se pudriera.

Solos y juntos en la habitación de paredes blancas, su secreto todavía era un vicio alrededor de mi pecho. Me quedé mirando sus manos. Las únicas partes que no estaban ocultas por la sábana blanqueada que cubría su musculosa forma. Las máquinas que emitían pitidos habían sido retiradas, dejando un silencio escalofriante. Por amor, me había protegido de su dolor y pronóstico durante esos últimos meses. Me sentí engañado. Por mi propia mente atormentada. Yo era un cadáver en movimiento recogiendo sus cosas para llevarlas a casa.

Anhelando ver su rostro...

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