Rabia ardiente

Burning Rage
Leonie Walton
Leonie Walton

Dijeron que era culpable.

Me miraron con dagas mientras caminaba hacia mi destino.

Entonces, ¿por qué me sentí tan bien?

Había cumplido condena por cosas menores. Pero esta vez mataría a mamá.

Al ver mis pies desmoronarse en el suelo, mientras caminaba de la vergüenza, el olor a caucho quemado persistía. Entonces empezó la picazón. Una picazón nerviosa que se arrastraba a lo largo de mi cicatriz. Una vieja quemadura cubriendo mi brazo producto de la rabia de mi viejo.

Al avanzar arrastrando los pies, me encontré con otro regalo del anciano; viviendo en su mismo marco débil. Mamá decía: "Al menos tienes cerebro de niña".

Ella hizo lo mejor que pudo, mamá. Lo estaba haciendo muy duro, limpiando la mierda de la gente todos los días. Borrachos y drogadictos. Me pagaron por ello.

Arrastrando mis pies, una voz viscosa se elevó por encima de la multitud que gritaba.

Sabía que él estaría aquí.

Al girarme, vi su cabeza de caja sonriendo con suficiencia. Me dolían las costillas donde había enterrado sus nudillos. Lanzó un puñetazo al aire. Sus compañeros hicieron lo mismo. Apretando los dientes, miré el suelo para ocultar un fuego en mi interior: quemando la parte de mí que se había sentido tan bien.

Pensé que había sido más inteligente esta vez... Pensé que lo había planeado... No pensé que me atraparían.

Un hombre uniformado me llevó hasta la puerta de metal, con el temor asomando en cada rasguño y abolladura.

Cuando abrí la puerta, me golpeó el olor a comida cocinada en el microondas. El viejo Baldy miraba fijamente su escritorio, haciendo girar los fideos con el tenedor.

'Ya sabes que hacer.'

Asenti.

Baldy levantó la vista y se tapó la boca mientras escupía las palabras: "Tu madre está en camino".

En casa, sentí la vergüenza en las lágrimas silenciosas de mamá.

Envolviendo mis brazos alrededor de Mac, su cola golpeando, esa parte feliz de mí regresó. Una suspensión de la escuela valía la pena quemar las bolsas de esos bastardos.

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